Llevo unos días (más bien semanas) revolucionado. Desde que volví a casa, como hijo pródigo, no hago más que auto protegerme, pensar y repensar, planear y replantear, que haré cuando termine mi trabajo (es trabajo de temporada).
Si no hubiese sido, porque a mis 24 años, me han ofrecido el trabajo de mi vida (en este momento), creo que hubiese vuelto a emigrar. Ahora me toca joderme, el trabajo no me gusta mucho, pero todo se andará, la vida aquí me desespera, exaspera y repatea, pero todo se andará. Mis amigos pasan de mi. (normal, si sólo hago que desaparecer cuando puedo e irme a vivir a otro sitio...) aunque también influye que sea el único que no tenga pareja... pero todo se andará. Y así mi etcéteras que me aburren. buah buah. Entonces sólo me queda filosofar.
Empezó la primavera, deshecha por un frío polar venido de la vertiente cantábrica o del más allá de un mundo sin fin, lleno de infelicidad por doquier. Pensé en dormir 24 años y despertar, como si el tiempo no hubiese pasado, como si el tiempo se hubiese detenido, tras mi último suspiro de aliento, de aquella dulce noche de abril. Sin embargo, desperté a los cinco minutos, deshecho por el insufrible frío de aquella helada noche de febrero, en la que la nieve cubría los tejados de la triste ciudad desierta, en la que sólo mi alma y yo éramos capaces de vivir. Descombré mis pensamientos, me puse mi fúnebre camisa de ir a misa los domingos, y junto a tobby, cogí el coche y conduje hasta perder la noción del tiempo, y por suerte llegar al interior de la....